
El 22 de abril del 2025 la policía de Vorónezh allanó los domicilios de activistas que, según el Centro “E” [la policía antiextremista rusa], estaban vinculados al canal de Telegram Pueblo Libre de Vorónezh. Los registros también incluyeron graves golpizas y amenazas, y algunos activistas fueron obligados a grabar vídeos de apoyo a Putin y su guerra en Ucrania. Casi todos los activistas habían sido previamente procesados por acusaciones políticas, pero ahora han sido intimidados a tal punto que ahora temen presentar alguna denuncia por tortura contra la policía.
Un video de 38 minutos fue publicado en el canal del Pueblo Libre de Vorónezh el 16 de abril del 2025. En el video, visto por menos de trescientas personas, cuatro activistas —Grigory Severin, Nadezhda Belova, Yuri Avsenyev y Alexander Zheltukhin— comentan noticias antes de trotar por la orilla del río Vorónezh. Este género es llamado “charla de café”: con las noticias como punto de partida, los amigos hablan sobre el problema del alcoholismo, la apatía social, el aumento del consumo de drogas y la sensación general de pesimismo.

Nadezhda Belova resume el contenido del video al principio del mismo.
“En síntesis, todo está mal, y es más, todo empeorará. Para resumir, la situación en este lugar está en su fase terminal” dice ella.
Sostiene que Rusia inevitablemente se encamina hacia “Corea del norte”: una dictadura desmantelada y podrida, porque los rusos, de alguna manera, todavía la defienden y quieren vivir en ella. Belova tiene motivos para ser pesimista: incluso antes de la guerra, el Estado la había acusado de “apología del terrorismo” por comentarios que hizo en redes sociales tras el atentado suicida de Mijaíl Zhlobitski contra una oficina del FSB en Arkhangelsk. El 2020, un tribunal militar la condenó a pagar una multa de 400.000 rublos. Estuvo en la lista de “terroristas y extremistas” de Rosfinmonitoring durante varios años y su familia tuvo que abandonar su pueblo natal para alquilar un piso en Voronezh, ya que sus vecinos no la asistieron en su lucha contra las injustas acusaciones.
“Nuevamente, toda Vorónezh está cubierta de anuncios de drogas. Las fuerzas del orden protegen el tráfico [ilegal de drogas] y si no lo hicieran, estos anuncios no existirían. En la tienda Pyaterka [de veinticuatro horas] de mi barrio, justo en la entrada, hay un colorido grafiti pintado en el umbral: «Comprar drogas es como salir a comprar pan»», dice Alexander Zheltukhin. En años anteriores, Zheltukhin fue multado, por protestar contra la persecución de Belova, y arrestado por protestar en apoyo a Navalny. «Y si no estuviera protegido, diría yo, por el mismísimo FSB, que probablemente se lleva un porcentaje…»
—¡Cuidado! Estás desacreditando al FSB —dice Belova, interrumpiéndolo—. ¡No estoy de acuerdo! ¡No puede ser!
Las advertencias y omisiones se repiten a lo largo de toda la conversación. Los activistas saben que cualquier uso de la libertad de expresión es potencialmente peligroso en la Rusia de hoy y tratan de cubrir sus bases siempre que pueden. (Spoiler: no funcionó).
“Ellos dicen que es imposible no confesar”
Unos días después, el 22 de abril, la policía allana los domicilios de las cuatro personas implicadas en el trote, así como los de otros activistas de Vorónezh. Se realizaron registros en ocho lugares presuntamente relacionados con el Pueblo Libre de Vorónezh. En la mayoría de los casos, las fuerzas del orden actuaron con extrema dureza. Utilizaron esposas y pistolas eléctricas, golpearon a la gente, intimidaron a los activistas y a sus familias, y los maltrataron emocionalmente.

Todos los miembros de la familia de Belova recibieron disparos de pistola paralizante. Belova, posteriormente, publicó en Facebook fotos de sus propios moretones y las marcas de sangre en los cuerpos de su hijo y su esposo. La policía confiscó todos sus dispositivos electrónicos y dejó su piso de alquiler en un estado tal que la casera exigió a los Belov que desalojaran inmediatamente después del registro. La policía amenazó con enviar a su hijo, estudiante universitario, a la guerra, y tras la inspección, un policía grabó un video de Belova arrepintiéndose.
“Fuera de cámara [el policía que golpeaba al esposo de Belova] preguntó: ‘¿Apoya [la operación militar especial]?’. Le digo: ‘Sí’. Me pregunta: ‘¿Apoya a Putin?’. Le digo: ‘Sí’. Es un comentario a la ligera, pero repugnante, sobre todo cuando veo una pistola eléctrica presionando la pierna de mi hijo”, declaró Belova a Okno.
La policía grabó en vídeo similares “confesiones” de muchas otras personas [capturadas en las redadas].
Tras los registros, Zheltukhin acabó en el hospital con cinco costillas rotas y varias vértebras dañadas. Él declaró a OVD Info que cayó del tejado de una casa del pueblo al intentar escapar de la “operación punitiva”: “Parece que me rompí las costillas al caer, y me golpearon [en esas costillas], me duele mucho”. La policía le puso una bolsa en la cabeza y le aplicó una descarga eléctrica con una pistola paralizadora. Sus amigos lo fotografiaron posteriormente en el hospital: tenía la cara cubierta de moretones.
Fyodor Orlov, de 36 años, también fue golpeado. Tras esto, afirmó que “se lo hizo todo él mismo”. Se autoinfligió todos los moretones y raspaduras, se vendó los ojos con una bufanda y permaneció sentado así durante dos horas, hasta que cayó solo en un zarzal: hay fotos de su espalda, completamente cubierta de sangre. “Entonces alguien —es decir, yo— me dibujó un órgano sexual en la cabeza calva solo por diversión”, declaró a OVD Info. Los agentes del orden también amenazaron con cortarle un dedo, dejándole arañazos delatores.

“Fue bastante duro. Lo más duro posible, hasta el punto de que dicen que ahora entienden por qué la gente confiesa crímenes que no cometió. Porque, dicen, es imposible no confesar. Orlov tiene cientos de marcas de pistola eléctrica [en el cuerpo]. ¡Cientos! Lo llevaron al bosque. Creyó que lo llevaban allí para matarlo», dice Pavel Sychev, de 38 años.
Sychev es activista y consultor político de Vorónezh. Conoce a los administradores del canal Pueblo Libre de Vorónezh por su pasado activista: no tienen un contacto cercano aunque los haya visto en piquetes. El domicilio de Sychev también fue registrado el 22 de abril, aunque sin violencia.
“[La policía] registra mi casa, por lo general, sin infringir la ley, y nunca usan la fuerza conmigo o con mi familia. Vienen a mi casa todos los años desde el 2022. Son registros rutinarios. Siempre me han intervenido como testigo en causas penales con las que ni siquiera tengo conexión indirecta”, dice Sychev. “[Cuando] hay un caso federal [por ejemplo, el caso contra Grigory Melkonyants y otros activistas del movimiento Golos—Okno] y realizan una serie de registros por todo el país, y vienen a registrar mi casa por si acaso”.
“El mal ama al silencio”
Es improbable que la nueva serie de registros se debiera al último video publicado en el canal de Telegram. Nuestras fuentes sugieren, más bien, que el motivo de los allanamientos es que en el Pueblo Libre de Vorónezh se escribe y habla constantemente de personas condenadas por alta traición y terrorismo (por sabotear cajas de cambio de vías férreas, torres de telefonía móvil, etc.). Los administradores del canal tratan a estas personas como opositores a la guerra. Para las fuerzas del orden, en cambio, son delincuentes condenados por delitos violentos.
El pretexto formal para la serie de registros del 22 de abril fue la causa penal contra Grigory Severin por cargos reiterados de desprestigio del ejército. Según se desprende del escrito de la acusación, mientras cumplía condena en una colonia penitenciaria [había sido condenado a dos años y medio de prisión por “incitar públicamente al extremismo”, condena que cumplió para ser liberado el otoño pasado–Okno], Severin desacreditó a las fuerzas armadas rusas. Tras el allanamiento, fue detenido.
Sychev cree que este caso penal fue “preparado”.
“Ya ves, en Rusia tenemos la práctica de ‘casos de cajón’. Esto significa que ya existe una causa penal en su contra: todo un expediente preparado de antemano que se encuentra guardado en un cajón, esperando su turno. En el caso de Severin, su primer caso también estaba guardado en un cajón. Cuando fue arrestado, se supo que todo su expediente se había preparado un año antes”.
Se desconoce qué llevó a la policía a sacar el expediente del cajón en ese momento. Pero el hecho mismo de que Severin se enfrente a un proceso judicial no sorprende a Sychev.
“Cualquiera que conozca a Grigory, aunque sea de pasada, sabe que es un hombre que no se queda callado. Si alguien le pregunta directamente qué opina sobre tal o cual cosa, él responde sin rodeos, incluso si la respuesta conlleva el riesgo de ser acusado penalmente. Es un hombre que siempre intenta demostrar a todos el punto de vista que defiende. Que yo sepa, el primer cargo por “descrédito de las fuerzas armadas” en su contra ocurrió por explicar su filosofía de vida a unos agentes de tráfico que lo habían detenido. El segundo cargo se originó al comunicar su postura a sus compañeros de celda. En su caso, esto es normal: no se calla; habla abiertamente, sin rodeos. Así que era cuestión de tiempo. Cuando alguien habla abiertamente sobre un tema tan peligroso y delicado —y en nuestro país la “operación militar especial” es un tema delicado— hay muchas probabilidades de que, tarde o temprano, sea procesado”.
Ese mismo día, se abrió una causa penal contra el activista Yury Avsenyev, de 65 años, otra persona implicada en el trote por el dique del río Vorónezh. Su domicilio también fue registrado el 22 de abril, pero fue puesto en libertad bajo fianza. Avsenyev es sospechoso de incitar públicamente al extremismo.

Los activistas de Vorónezh víctimas de la brutalidad policial aún no han tenido la valentía de presentar denuncias y temen una publicidad excesiva.
“Están realmente asustados”, dice Pavel Sychev. “La información que ahora tengo es que no presentarán denuncias por tortura, pero no sé, quizás alguien los convenza. Tienen mucho miedo de que, si lo hacen, no haya ningún llamado de atención a las fuerzas del orden, sino que simplemente estos vendrán y se vengarán de los denunciantes. Todos están convencidos de que los matarán. Les dije que el mal ama al silencio, y que si no reaccionan ahora hay más probabilidades de que esto se repita. Pero dijeron que es muy fácil juzgar desde fuera cuando no has sido torturado. ‘Tenemos miedo de que nos hagan algo’ [dicen]”.
Nuestras fuentes señalan que esta ilegalidad oficial no había ocurrido nunca en Vorónezh. Usualmente, los registros domiciliarios de activistas políticos y las detenciones se han llevado a cabo siguiendo las normas, sin violencia. El único caso, ampliamente difundido, de impunidad oficial culminó con cargos penales contra los agentes de policía implicados y una indemnización económica para las víctimas. En mayo del 2018, los investigadores criminales Sergei Kosyanenko y Oleg Sokolovsky torturaron a los estudiantes universitarios Maxim Grebenyuk y Sergei Troyansky con la esperanza de obligarles a confesar que habían robado un teléfono móvil. Los estudiantes fueron retenidos en la comisaría n.º 4 del distrito de la Comintern de Vorónezh durante seis horas, esposados y estrangulados con una bolsa de plástico. Se negaron a autoincriminarse y, posteriormente, documentaron sus lesiones y presentaron una denuncia por tortura ante el Comité de Investigación. El 2021, Grebenyuk recibió un millón de rublos y Troyansky, 500.000 rublos como compensación por su tortura.
La brutalidad actual de la policía de Vorónezh podría deberse a la proximidad del frente, según sugiere una fuente que ha pedido permanecer en el anonimato. Lo cierto es que, desde el inicio de la invasión a gran escala, las fuerzas del orden de Vorónezh han sido destacadas regularmente en los llamados nuevos territorios: las regiones ocupadas de Donetsk y Luhansk.
“Hay graves problemas legales en esos ‘nuevos territorios’. Y las prácticas que allí se emplean son inhumanas, creo. Cuando regresan aquí, a su tierra natal, simplemente no se vuelven a adaptar”, dice nuestra fuente, que no está conectada con el canal de Telegram del Pueblo Libre de Vorónezh. “Se consideran por encima de la ley. Creen que están involucrados en una buena causa y que pueden torturar a gente mala por el bien de la buena causa. Cuando alguien lo intenta una vez, cuando se da cuenta de que puede salirse con la suya sin ningún problema, es muy difícil frenarlo, y la situación sólo se agravará”.
Fuente: “‘Estado terminal’: Agentes del orden de Vorónezh golpean brutalmente a activistas durante allanamientos,” Okno, 29 de abril del 2025. Traducido a inglés por The Russian Reader y al español por Hugo Palomino